Uno vuelve de las vacaciones un poco atontado, no es demérito reconocerlo, amigo. Uno se siente fardo ambulante, al que un día sueltan a orillas del mar y a las dos semanas traen de vuelta y arrojan en cualquier rincón de la casa.
Uno, amigo, sólo piensa en las vacaciones cuando aún no las ha cogido o cuando termina de saborearlas. Y no me quejo, no creas que me quejo. Pero las vacaciones se me antojan como ese polvo espontáneo que se echa en la trasera de un coche o en el portal de la casa de una amiga, fogoso y sin atemperar, accidental, vigoroso y austero, que termina siempre con un beso en labios helados, un pañuelo de papel pringocheado en la mano que dice adios y la bragueta del pantalón a medio subir, antes de salir pitando.
Hacer lo hiciste, vaya si lo hiciste, pero hasta la mañana o la noche siguiente no empezarás a recordar los detalles. Y casi siempre, amigo, te haces un solo de mandolina recordando los detalles.
Así que ahora, amigo, vuelves a la ciudad con la bragueta a medias subida, te fumas un cigarrillo en la terraza y se te queda cara de tonto observando el bloque de pisos de enfrente, preguntándote qué estúpido tramoyista ha venido a escamotearte el mar, a desalarte la brisa o a diluir sin contemplaciones la impresión apacible de que los relojes no llevan manillas.
Somos, amigo, demasiado tolerantes con nuestros espejismos.
Somos, compañero, un poco como gatos caseros, de esos que se pasan las horas persiguiendo y dando zarpazos a cualquier bichejo que se anteponga en su camino. Disfrutan como posesos acosando y aturdiendo a su indócil juguete; y cuando se cansan, asestan la uñada mortal que acaba de sopetón con sus juegos... Y sabes lo que hacen después, ¿no? Tú no has tenido gatos. Pues después se quedan mirando al bichejo, fijamente, ladeando la cabeza a un lado, preguntándose, con toda seguridad, por qué el bicho tonto no quiere ya jugar.
Somos, amigo, demasiado intolerantes con la felicidad.
Pero no me quejo, ya te confieso que no me quejo. Observo, simplemente, el bloque de pisos que hay enfrente de mi terraza, empalmo un cigarrillo con otro y pienso que, a fin de cuentas, el tramoyista que tanta maña y destreza se ha dado en trocar un escenario por otro, no ha hecho sino cumplir con su trabajo, como está mandado: y que su nombre quizás es Tiempo.
Conque ladeo a un lado la cabeza -sí, sí, como el gato- y me pregunto por qué las olas han dejado de moverse y no quieren ya jugar conmigo... mientras me miro las uñas y me las chupo.
Somos, compañero, demasiado descuidados con nuestros juguetes.
Y esta entrada, como no podía ser menos, es un nuevo solo de mandolina, aprovechando que la bragueta andaba a medio subir.
Quizás le pueda entretener:
-- Sábado de playa.
-- Blogueros: el post más fácil de leer.
-- Tapas de Septiembre.
Hombreeeee! Por fin! se te echaba de menos.
ResponderEliminarLos humanos somos así de jodidos, disfrutando anticipadamente de las vacaciones antes de que lleguen, ansiosos por irnos. Refunfuñando durante ellas, incapaces de apreciar lo que tenemos, y a la vuelta añorándolas y preguntándonos porque no supimos valorarlas y saboreando los momentos ya pasados.
Y así con otras muchas situaciones de la vida, es decir, no tenemos remedio.
Pero bueno, que si regresar de vacaciones significa que vas a escribir más a menudo, Bienvenido seas.
Besos
Eres muy amable, compañera, es un placer estar de vuelta y volver a garrapatear por el blog.
EliminarLas vacaciones, al fin y al cabo, siempre durarán poco. Es, quizás, su razón de ser. Y se vuelva como se vuelva, siempre se viene con cierta dosis de optimismo y de ánimos renovados... quizás porque ya pensamos en las próximas.
Un abrazo, cielo.
Por cierto, te he enlazado en mi blog, ¿no te importa?
Besos.
Je je, pues más vale que no, porque tu llevas enlazado en el mío un montón de días y ni te he dicho nada.
EliminarCómo me va a importar, al contrario, encantada, es un honor y gracias.
Besos
Jaja, eres un encanto. Besos, linda.
Eliminarvaya vaya pedazo de entrada estupenda que te has marcado Jesús. Menos mal que no te quejas, si lo llegas a hacer .... te comes al gato, te pillas la ejem con la bragueta, haces demoler el edificio de enfrente.. jajajaja
ResponderEliminarMe encanta los tiempos que has marcado en la entrada, ha sido como una cadena de acontecimientos que nos iban dando información del estado de ánimo después de haber disfrutado de tus estupendas vacaciones.
Un besito y a animarse a escribir más eh! que te he puesto un negativojajajaja, es broma.
Amelia.
Me alegra saludarte, amiga.
ResponderEliminarComo ese familiar que se ha perdido unos diíllas por ahí, hoy me dedicaré a visitar a mi gente, o sea, a los blogs a los que por falta de conexión (o por derroche de cervezas y dulces pieles bronceadas pululando ante las narices) hace días que no visito.
Conque prepárame un aperitivo ligero que en breve pasaré a saludar a mi querida y siempre luminosa familia López.
Y gracias por tu siempre bien recibido comentario.
Un abrazo a todos.
Pues nada, bienvenido. Y saludos al Onán encargado de las mandolinas vacacionales. (Un inciso pedante: Onán, lo realmente hizo fue correrse fuera, así que el pecado de Onán debería ser la marcha atrás, pero doctores tiene la iglesia, nuca mejor dicho).
ResponderEliminarEn cuanto recupere mi ordenador, que espero sea este fin de semana, reordenaré mis enlaces, pues gracias a ti he encontrado varios blogs interesantes a los que procuraré publicitar entre mis amigos. Un abrazo.
Un saludo, compañero, un placer estar de vuelta por estos lares y poder poco a poco saludaros a todos, ir visitándoos y disfrutar de vuestra compañía.
EliminarOnán, en cierto sentido, quizás tuviera mala puntería, el pobre. En todo caso, como en el baloncesto, también se disfruta sin hacer canasta, jaja.
Un abrazo.
Pues yo hace tiempo que acabé las vacaciones, pero no me importó, porque eso significaba que queda menos para el verdadero momento de disfrute, quedarme de Rodríguez, 20 días trabajando sí, pero solo en casa a la vuelta, ni la perrita se queda, 20 días de haragán, moldeando el sofá, un placer que tengo a escasos 10 días ya...
ResponderEliminarSaludos, me alegro de que se te acabaran las vacaciones, aunque sea por haberte leído de nuevo.
Jaja, compañero, que todavía también a mí me quedan mis días de Rodríguez. Son los mejores, porque hay que hacer poco equipaje. Los calcetines, por ejemplo, los vas cambiando de pié y te duran una semana. Y...
ResponderEliminarPero bueno, bueno, que será un placer escribir mi artículo post-Rodríguez y leer el tuyo también, que una semana en soledad (¿?) da para mucha inspiración, socio.
Ay, qué dura es la vida...
Un abrazo.