martes, 15 de septiembre de 2015

-- Fin de verano para una Princesa.

Mañana, mi vida, comienzas el nuevo curso. Discúlpame si te he acompañado a la cama como si aún fueras una cría pequeña, como si pensara yo que mis besos en tu cara o mis caricias en tu frente pudieran hacerte olvidar estos buenos días de vacaciones que hemos pasado juntos.


Pensaba poner hoy, como es de recibo, una discreta e insólita selección de los 896 incomparables paisajes y puestas de sol que hemos fotografiado durante nuestra andadura veraniega...


Pero mira, mi cielo. He llegado a una conclusión. Para paisaje, Tú. Para puesta de sol, Tú. Para cielo, Tú y solamente Tú.


Para recordar el verano, Tú. Para dejar constancia de cómo la felicidad puntualmente nos roza, Tú. Para transmitir lo que es la paz, el sosiego o el merecido descanso: Tú.


Tú me bastas para demostrar al mundo entero que mis vacaciones son las mejores. Tú me bastas para tener una puesta de sol hecha a mi medida todas las mañanas, cada vez que abres tus ojos. Tú, mi niña linda, mi mujercita guapa y contestona, tú te sobras para llenar por ti misma cualquier expositor de postales de cualquier rincón perdido donde hayamos podido veranear.


Tú, mi princesa, me cambias el tiempo cuando quieres. Me sacas primaveras de un otoño. Me haces de un invierno mil veranos. ¿Y sabes por qué...? Porque hasta las veletas de las torres se giran, se dan la vuelta y nos señalan cuando vamos juntos de la mano.


No puedo quererte más, vida mía.