jueves, 11 de octubre de 2012

-- Libros con polvo.



   Desde los diecisiete años, tenía la costumbre de meter las gafas y la cartera y el reloj en un zapato, cuando tocaba acostarme con putas.

   Es que decían que te robaban...

   Alexandra, Alexandra.
   Para una personita que a tal edad leía a Wilde, a Dumas, a Nietzsche y a Hesse; y para colmo era un admirador de la pintura Impresionista (oh, lalá), ir de putas era más una necesidad cultural que sexual.
   Aprendí pronto -¡qué le vamos a jacé!- a conocer ese mundillo.
   Ya digo, o reitero, que no era tanto un deseo insatisfecho como una especie de mundo leído pero inexplorado... E igual que leía a Conan Doyle ó a Agatha Christie (y deseaba que alguien matara a alguien en mi casa para ir yo a buscar pistas), de igual forma quise aprender lo que era acostarse con una mujer sin tener necesariamente que amarla.
   La literatura temprana, a veces... No es buena ni es mala. Pero siempre deja inquietudes difíciles de soslayar.
 
   Con el paso del tiempo, con el paso de los años, las putas siguieron rondando mi existencia. No era pagar y tener sexo veinte minutos... O pagar algo más y tener sexo una hora... O pagar más (podía permitírmelo) y dormir con dos putas una noche entera y darme el gusto de llevármelas después, por la mañana, a desayunar churros a la plaza de la calle Feria... Era mucho más que eso.
   "Mis putas tristes", se titula una novela de Gaby.
   Y le entiendo la gracia a don Gabriel García Márquez, porque en el título se intuye que el único triste era él.
   He conocido tantas putas que ni siquiera me tomo la molestia de buscar sinónimos. Eran putas. Igual que los negros son negros e igual que los moros son moros y los gitanos somos gitanos. Porque cuando vives o duermes con ellos, que no venga un tipo de la Real Academia de la Lengua a decirme que a pepe hay que llamarle Don José.
-- Te pareces a Woody Allen -me dijo ella, desnudándose.
-- No te desnudes- le dije yo.
-- ¿Te gusta desnudar a una chica?
-- Lo que sé hacer yo, lo hago yo. Lo que tú sepas hacer, hazlo.
-- Has pagado más de veinte minutos -susurró ella, dejándose caer vestida en la cama.
-- Los calcetines, ¿no? -inquirí yo, con una sonrisita y tendiéndome a su lado.
-- Los calcetines, sí -me sonrió ella, cogiéndome la mano.
   Los que pagan veinte minutos, siempre lo hacen con los calcetines puestos. Se entiende.
-- Pues sin las gafas y con esa nariz, te das aire a Peter Sellers.
   Encendí un cigarro, lo coloqué en el cenicero, la despojé de toda la ropa menos de las bragas y del sujetador... Y tomé de nuevo el cigarro y la miré:
-- Ni gafas ni calcetines --la susurré-. ¿Ahora a quién te parezco?
-- A Sisí -se echó a reír- A mi idolatrado hijo Sisí, de Miguel Delibes. Ya sabes. Un niño mimado al que todo se lo traen hecho...
   La verdad es que me dieron ganas de reír. Dí una calada al cigarro y la besé en la nariz, que tenía ella fría y sonrosada.

   Ella se apoyó sobre un codo, además.
-- Ahora eres una especie de Dorian Gray... Lo que he dicho te ha dolido, pero no sabes dónde ni porqué. Y por eso, vas a morderme los labios a la par que me quitas el sujetador... ¿a que sí?
  
   Hice tal como ella vaticinó. Pero quiero que lo entendáis. Lo hice porque ya tenía pensado hacerlo...
   Nuestras lenguas se quisieron enredar  un poco  (con putas, nunca)  y mi mano abierta, desde sus pechos, fue bajando hacia su ombligo. Creo que los dos suspiramos, pero igualmente aseguro que no podría jurarlo.
-- Pondrás tus dedos encima de mi sexo... pero aún no me bajarás las bragas... Todavía no...
-- ¿No?
--No... Ahora eres Nabokov, Nabokov con su Lolita , Nabokov luchando consigo mismo, Nabokov sopesando hasta dónde puede o hasta dónde quiere o hasta dónde debe de llegar... No, no... Todavía no...
   Busqué el cigarrillo, pero estaba consumido. Quise encender otro, pero el paquete y el mechero y las gafas y la cartera estaban metidos dentro de mi zapato.
-- Ahora vas a arrancarme las bragas.
   Y se las arranqué.
-- Ahora me morderás en los labios hasta hacerme sangrar.
   Y la mordí.
-- Ahora el lobo estepario... -abrió sus piernas muy despacio-, ahora el lobo sabe que tiene a su presa.
-- Es mía... es mía... -jadeé, abriendo con mis manos sus muslos como quien abre la puerta de una catedral obscura y silenciosa.
   Y la miré y sonreí. Entendedme. Sonreí porque ella me sonrió.
   Saqué mi tabaco, mi mechero, mi reloj y mi cartera del zapato. Me vestí. Y me marché. Ni siquiera la dije adios, que yo recuerde.
   Mil noches....
   ¡Ya quisiera yo! Nueve o diez noches fueron las que volví con ella. Nueve o diez y era siempre el mismo ritual.
   Hasta unas semanas después:
-- Alexandra.
-- No hay Alexandra.
-- Alexandra.
-- Alexandra no está.
-- Alexandra.
-- O te vas o te abro la cabeza, gilipollas.
   Y efectivamente, Alexandra nunca existió.
 
   Hoy sé que eres profe en un Instituto de Sevilla. Profesora de Filología y Literatura.
   Pero -¡que conste!-, durmamos los dos tranquilos... porque nunca existimos ninguno de los dos.
   Alexandra, mi dulce Alexandra... Te hecho de menos, niña.
   Hablar de lecturas a cien euros la hora.... Y con los calcetines quitados.


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25 comentarios:

  1. Está claro que la cosa no es hablar de libros por 100 euros la hora, conmigo no los pagarías, con ella parece que merecía la pena :)

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    1. No te enceles, socio, contigo pagaría gustosamente unas cuantas cervezas... lo que pasa es que quizás entonces no hablaríamos de libros, sino de ellas.
      Un abrazo.

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  2. Joder con las putas literarias. Creí que me ibas a hablar de los libros de segunda mano y resulta que la de segunda mano era la puta. Aquellos libros trajeron estos polvos, que debería decir el refrán.
    Sólo porque no lo has nombrado, me permito sugerirte: La casa de las bellas durmientes de Yasunari Kawabata, ilustre predecesora de Memorias de mis putas tristes.
    Un abrazo, amigo.

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    1. ¡¡No vale!! Me lo has quitado...
      Pensaba en el mismo libro, mientras leía la entrada.
      Alexandra fue una buena maestra, me barrunto que para varias cosas. :)
      Besazo

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    2. Os aceptaré la sugerencia a ambos y me pasaré a leer al Kawabata, que tiene nombre de cóctel a las tres de la mañana, con lo que se relaciona perfectamente con el tema de la entrada.
      Y sí, dolega, sí que fué buena maestra Alexandra... aunque tampoco yo desmerecí como alumno, conste.
      Abbrazos a los dos.

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  3. Esta claro que nos interés todo aquello que se sale de lo habitual, siempre nos enganchan personas que aportan chispa, enigmas, curiosidad, atrayentes, Alexandra era interesante, no te hubieras fijado si no fuera especial.
    Me alegro que Alexandra haya podido ejercer su verdadera profesión, docente.
    Un besito J
    Amelia

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    1. Nunca llegué a entender si el especial era yo o lo era ella... Quizás, desnuda, mil veces pretendió hablar de libros y mil veces la cerraron la boca (o se la abrieron, según). En todo caso, fue una experiencia que nació desde el primer momento para terminar en relato.
      Hoy Alexandra, es profesora y escribe además en un célebre dominical español.
      Un beso, cielo.

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  4. Personaje interesante, Alexandra... Besos..

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    1. Personajes interesantes nos rodean y nos cruzamos cada día con ellos. Todos lo son. Todos guardan interesantes capítulos en su interior... y sólo hay que tener la suerte (o la oportunidad) de llegar a leerles un día.
      Un beso,amiga.

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  5. Alexandra no era una puta, trabajaba de puta, que no es lo mismo, y consiguió convertir su trabajo en algo más, al menos con los clientes que supieran apreciarlo, no solamente charlaba de literatura, sino que sabía jugar, hay pocas putas que sepan desligar su alma del puterío, y ser algo más que eso, y Alexandra era una de ellas.
    Besos para Alexandra, y para ti también

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    1. Como suele ocurrir invariablemente, hermana, muchos de tus comentarios dejan pie para futuras nuevas entradas... Porque de putas, hay mucho que hablar y debe de hablarse. Sin tapujos. Y es un mundo tan "obscuro" como entrañable a veces.
      En el aire lo dejo.
      Un besote.

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  6. Interesante personaje Alejandra. Y tú con ella. Y el relato con los dos. Magnífico, maestro.
    Un abrazo.

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    1. Siempre resulta curioso (¡y son tantas las veces!) ver cómo los extremos se tocan. Y cómo caminos absolutamente dispares, vienen a confluir en un mismo punto. Es hermoso.
      Gracias por tus palabras, compañero, y un fuerte abrazo.

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  7. Políticas, doctoras, abogadas, juezas....en todas las profesiones, han habido en ocasiones prostitutas ocasionales que no encontraron otra forma de ayuda económica, o bien les era cómodo ganar mucho en poco tiempo.

    También hay chicas jóvenes, no tan jóvenes e incluso amas de casa, que en silencio y en la sombra lo hacen por el simple hecho de querer una vida de oportunidades o bien...adictas al sexo.

    De cualquier forma, las ha habido, las hay y las habrá y cada vez tienen más cultura. Menos mal.

    Abrazos.

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    1. Bueno, aunque sea figuradamente hay políticos que más que ocasional hacen de esa profesión su día a día.

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    2. Efectívamente, también los hay que ejercen toda la vida, Dessjuest.

      Un saludo

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    3. Y muchas son las veces en que se me ha pasado por la cabeza que en algún momento dado, todos, de alguna manera u otra, nos prostituímos.
      Me pregunto a veces, qué es si no escribir.
      Sí debemos llegar a entender que haga lo que haga un persona siempre tiene una razón para hacerlo... y una razón que para ella es siempre convincente.
      Un abrazo.

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  8. Vaya, me gustó mucho tu relato, lo leí y volví a leer, y ya después pensaba en lo que contaste, siempre logras que se me queden las imágenes grabadas y eso me gusta más. Muy bueno, felicidades amigo Jesús.

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    1. Siempre son gratos tus comentarios, Rubén. Y lograr plasmar una imagen como si en vez de letras tuviera una cámara fotográfica, es una meta por la que lucho en cada relato que escribo. Si a veces lo consigo, o me dicen que lo consigo, pienso que las tres horas que le dedico a emborronar una cuartilla no han sido en vano.
      Un abrazo y gracias, amigo.

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  9. Buenisimo relato al igual que los de Gabo, escritor que adoro.
    Gracias por visitar mi blog, me ha gustado mucho tu visita y tus palabras.
    Quisiera( si tu quieres), que nos hiciéramos seguidores así no, nos perderíamos, ya me dirás que te parece.
    Viva Sevilla.
    Yo también soy sevillana ole que ole.
    Eso si muy atípica...
    Besos

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    1. Jaja. Aquí la única que es típica es la Giralda, la feria y la Semana Santa. Por lo general los sevillanos, somos atípicos casi todos.
      Ya me hice seguidor de tu blog, me gusta estar al tanto de los blogs que sigo. Pero ni mucho menos es para mí un juego de intercambio de cromos. Quiero decir que los blogs que sigo no están a su vez obligados a seguir el mío. No lo hago, al menos, con esa intención. Suelo seguir a gente que escribe y que escribe bien, o al menos que me transmiten algo. Porque me gusta leer.
      Gracias por tus palabras, paisana (ah, ese genial Gabo) y recibe un besote afectuoso.

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  10. ¿Verdad o mentira? ¿Ficción o realidad? Sólo lo sabéis tú y Alexandra. Saludos
    Ana

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    1. Saludos, compañera.
      Algo de lo que vivo, lo escribo. Y mucho de lo que escribo, lo he vivido... he tenido que vivirlo, aunque sea en sueños.
      Un besote, preciosa.

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  11. Jajaja!! Si quieres podemos hablar de libros y te cobro solo 70 euros, ¿qué te parece? (a mí me viene bien el curro).
    Buenísimo Jesús, un besito

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    1. Amiga, amiga... La vida, como los relatos (y pocas veces sucede al revés), nos da sorpresas... Y lo mismo esta pequeña historia, podría empezar al revés... Y es buena idea la que me dejas.
      Una pareja en una biblioteca... y terminar haciendo el amor encima de las obras completas de don Camilo José Cela...
      O encima de un fichero de Historia Clásica...
      La idea es buena y te la gradezco.
      Y encima, sin pagar. Sólo con el carnet...
      Un beso, cielo. Jaja.

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