domingo, 2 de septiembre de 2012

-- Carta de vueltas a mi esposa santa.

     Amada, solícita y santa esposa:
     
por motivos laborales, como bien sabes, marcho hoy una semana a Madrid.
     
    Te quedas sola de Rodrígaz, amor, con la única e insustancial diferencia de que yo me quedé solo mientras tú pasabas unos días en la playa, y ahora te quedas tú sola mientras yo marcho una semana fuera a Trabajar.
     
     Es un detalle vanal e insignificante, por eso mismo lo subrayo. No hay que darle más vueltas.
     
    En justa correspondencia a la misiva que me dejaste cuando te fuiste a pasarlo bien a la costa (detalle trivial que no viene a cuento ahora) -ver, por si no lo recuerdas, entrada del blog del día 12 de agosto, bajo el título de "Rodríguez:carta de tu esposa")... En justo y legítimo desquite, digo, te dejo esta modesta nota junto al reloj de tu mesilla.
     
  Por no despertarte, cariño. Porque no te tapes hasta las orejas y empieces a soltar la cantinela consabida de: ¡ahora, no! ¡me duele la cabeza!, ¡son las cinco!, ¡tráeme un dolagial...!
      
     En la mesita te la dejo, santa mía: estas breves líneas para que sobrevivas una semana sin mí.
     
     En primer lugar, el coche. El coche. Nuestro Volvo-1800 GKH, m-e-t-a-l-i-z-a-d-o-.
     
   El coche no me lo llevo y te lo quedas tú. Recuerda, ante todo, que si los mayas -como ya se viene sospechando- estaban hinchados de tallos de maría antes de hacer su calendario, el coche tiene por delante unos sesenta u ochenta plazos por pagar. Por tal motivo te lo dejo en la calle, fuera de los aparcamientos subterráneos del edificio.
     
     Para tu comodidad, mi amor. Para que no tengas que sacarlo tú.
    
   Y también, no te lo niego, por expreso deseo de los vecinos, con treinta votos a favor y dos amenazas de muerte en contra,  en el sufragio vecinal celebrado antesdeayer, cuando supieron las malas lenguas que me iba una semana y dejaba el Volvo a tu entera disposición.

-- ¡Dios nos guarde! -dijo el del 1º A, sacando una estampita de San Leopoldo.

--¡Alabado sea Dios! -soltó la del 6º D- ¡Nos guarde la virgen del Pilar...!
     
     Recuerda, que dos de los pilares que le faltan al edificio que habitamos te los llevaste arrastrando hasta el Hipercor con el viejo Twingo, el año pasado cuando me mandaron a Barcelona... Ya sé, ya, que fué sin querer y seguramente algún malintencionado no te dejó las doce hectáreas de espacio precisas para poder salir del aparcamiento con un mínimo de holgura, pero te lo recuerdo por el bien de todos.
     
    Si por casualidad pinchas en carretera, ponte el chalequito naranja que encontrarás debajo del asiento, antes de bajar del coche. No es de Victorio y Luchino, mi amor, ni los triángulos los diseñó Eduardo Chillida, pero te aseguro que es lo primero que debes de buscar antes de llamar a tu amiga Nuria para decirle que "¡no te vas a creer lo que me ha pasado, Nuri...!"
     
     A continuación, busca la rueda pinchada y cámbiala. No cambies la que te coja más cerca, sino la pinchada. Únicamente la pinchada...
     
    La descubrirás fácilmente porque es la que echa humo y hace que el coche se incline hacia su lado. Si no estás segura, en la caja de herramientas hay un nivel. Sitúalo en el capó y mira hacia qué lado se inclina la burbujita de agua. ¡Ahí está! Esa es, esa es.
     
     El gato (ya sé que lo has dejado en casa); el gato del coche, me refiero, lo encontrarás... Y la llave de cruz (no, no es la que nos regalaron con los fascículos de Semana Santa), la llave de cruz...
    
     Bueno, si pinchas llama a la grúa. Y si puede ser, antes que a tu amiga  Nuria.
    
    Otra cosa, hermosa. Seguramente se te caerá ante tus bellos ojos una cagada de paloma en el parabrisas; y por no perder tiempo buscando un pañolito,  llevarás nuestro Volvo a lavarlo a la gasolinera. No te lo reprocho. Pero te dejo un par de acotaciones: primera, mete la antena del radio hacia dentro. Segunda: dobla hacia el interior los espejos retrovisores que hallarás junto a cada puerta delantera. Y tercera: si llevas a nuestra hija, asegúrate de que mete la cabeza adentro y cierra la ventanilla.
     
    No es genética, no, que a la niña se le rice el pelo como a Jesús Quintero cada vez que llevas el coche a lavar.
     
     Poco más, santa esposa, me queda por añadir. Una vez salvado el Volvo, el resto son nimiedades.
     
    Si se te acaba el Raid, no persigas a las moscas por la casa echándoles gas de mi recargador de mecheros. Se mueren, sí, pero el gato y el canario se llevan dos semanas tosiendo.
    
    Si el lavabo se vuelve a atascar, te prohíbo terminantemente que uses mi salsa de churrascos y barbacoa para desatascarlo. Ahí no transijo para nada. Baja a una ferretería. Suelen tener grifos y tostadoras en el escaparate. Y los ferreteros, como los farmacéuticos, son gente de confianza que saben más que un fontanero o un licenciado en medicina, según sea el caso.
     
   Si aparece un grillo o una polilla por la terraza, no vuelvas a llamar al Servicio de Animales Vagabundos de la Junta de Andalucía. Al final, el grillo se pasea por los dormitorios tan pancho, la polilla se merienda dos cortinas y hay que llamar al 061 para recogerte a ti.
     
    Si ese engendro simiesco de Luisito vuelve a empujar a nuestra hija en el colegio, no reúnas al AMPA ni imprimas pegatinas en la papelería para repartirlas en los semáforos. Dirígete directamente al padre, como hice yo el curso pasado. Observarás que lleva una muleta, el pobre hombre. Hazle saber que eres mi esposa. Y que Jesús y los amigos de Jesús nunca pegarían a alguien con muletas... Pero sí con bates de beisboll, patas de mesas o cascos de cerveza.
     
     Es un hombre sencillo y te entenderá antes que al AMPA, cariño. Por una hache de menos, no se come el coco ese diminuto insecto padre de Luisito.
     
     Y poco más, amada y santa esposa.
     
    Prohibido darle a la niña mi pipa hindú para que haga pompas de jabón en el baño. Me costó un huevo.
     
    Tómate tus ansiolíticos si me echas de menos, antes de liarte a guantazos con mi muñeca hinchable. Y se llama Dorothy, recuérdalo. Dorothy Hamilton.
      
      Y no olvides, mi amor, mi esposa, mi bien... que esta carta la lees mientras disfruto holgadamente de mis horas de trabajo fuera de casa... no en la costa con una horchata en la mano,  cosa que no vendría  ahora a cuento.
     
      Atentamente: tu esposo que te quiere.

P.D.- Al final, y en vez de en la mesilla, te he dejado esta carta prendida con dos horquillas en la cabeza, ya que es adonde primero te llevas las manos cuando despiertas. Por los dolores, ya sabes.
    

Esta carta, enlaza con la entrada: Rodríguez: carta de tu esposa.
http://masducados.blogspot.com/2012/08/rodriguez-carta-de-tu-esposa.html

  También le puede interesar:
-- Al Leroy: o por un puñado de espiches.
-- Reformas, obras y obras de arte.
-- Sábado de playa.
   

    
    
    
   

28 comentarios:

  1. Sin ser droga derivada de la cocaína, deportista de extraordinaria calidad (que yo sepa), ni caballo que destaca en las carreras (estas tres con las acepciones que recoge el diccionario de la RAE), eres un crack, Jesús. Simplemente genial.

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    1. Venga, socio, que vas a conseguir ruborizarme cual damisela del siglo XIX.
      Te agradezco el comentario de corazón, pero te aseguro que entre los blog que enlazo, visito y comento con frecuencia, hay muchos cracks que me ilusiona leer, incluído tu, por descontado.
      Un abrazo.

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  2. Jajaja me matas con tus escritos Jesús, genial aunque debo reconocer que las cartas de las esposas son, cómo diría yo?...mmm pues bastante más maliciosas o insidiosas jajaja, pero geniales las dos. Un saludo.

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    1. Las esposas son más sutiles y efectivamente, más maliciosas. Y por si fuera poco, con mucha más memoria. Llevan las de ganar.
      Me alegro que lo pases bien por aquí. Y te agradezco el comentario.
      Un abrazo.

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  3. Ja ja ja. Volviste! Y en plenitud de facultades. cómo me río, genial, maravilloso. plas plas plas
    Eres de lo mejorcito!!!!!!!

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    1. Visto el tema del post, no sé si tu expresivo plas, plas, plas es onomatopeya de encendidos aplausos o de encendedoras tortas.
      En un caso u otro, un aplauso para ti, hermana, porque tu estupendo post con el coriano me inspiró este intercambio de cartas a lo Pimpinela.
      Conque llevas tu parte de agradecimiento en él.
      Un beso, linda.

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  4. Me hiciste reír, tanto con esta como con la otra carta... Buenísimas!!!
    Besos

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    1. Besos a ti, cielo, por tu amable comentario y tu visita. Me alegro que rías, porque hoy día lo necesitamos más que nunca.
      Un abrazo muy sincero.

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  5. mira Jesusito de mi corazónnn, si me encuentro yo semejante carta el dolor de cabeza se me iba a hacer crónico y cuando llegaras a casa te recibiria a puerta gayola con dos piedras, ya sabes .....

    No obstante he de reconocerte que eres un cachondo jajaja y que escribes con tanta gracia que te juro que me troncho de la risa, pero esta vez la gracia no me molaba mucho porque es de una lacaya mía y yo hago equipo en seguida jajajaja.

    Un beso y feliz día. Amelia.

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    1. Ay, Amelita de mis entretelas. El humor no entiende de sexos ni afinidades. Lo que haga reír dentro del respeto, bueno es para pillarlo, darle dos vueltas cual tortilla de papas y servirlo caliente o en frío. Su único cometido, es buscar la sonrisa y la complicidad... aunque para ello, algunas veces, deba dejar asomar entre líneas algunas verdades. Y de cada Verdad, ya sabes... siempre está la de uno y la del vecino.
      Un beso para ti, mi dulce amiga, y felices días para ti y tu maravillosa familia.

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  6. Absolutamente genial, lo del cambio de ruedas pues eso, a riesgo de ser tachado de lo que no soy... es real como la vida misma, te ha faltado memorizarle en el móvil el teléfono de asistencia en carretera, porque no, no lo encuentran, encuentran el de Nuri :D

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    1. Bueno, lo del cambio de ruedas es una espinita que tenía clavada. ¿Será que soy siempre yo el que las cambia, a mis hermanas o a mis amigas o a cualquier sugerente conductora que se encuentre tirada en mitad de la carretera? Y la espinita es que después te echan en cara que no soy capaz de poner en funcionamiento una lavadora. Cosa cierta. Pero no menos cierto que cambiar una rueda no tiene tantos botoncitos ni programas ni selección de color, algodón, lino o ropa blanca. Y sin embargo, les parece tarea titánica.
      Jaja.
      Un abrazo y mi gratitud por tu visita. Nos encontramos en breve. Voy para el tuyo.

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    2. ¿Y para que querría, por ejemplo, yo, el número de "asistencia en carretera" o saber cambiar una llanta, si sé el número de quien, incluso a larga distancia, me arregle el problema? Y no es que me parezca tarea titánica, ni siquiera difícil.

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    3. Ni es titánica ni es difícil, te lo aseguro. Sólo es molesta de hacer. Pero cuando tienes a una docena de mujeres en la familia, le coges el truquillo y puedes echar una solicitud de trabajo en la escudería de Mercedes, con la seguridad de que te admitirán sin dudarlo.
      Jaja. Besotes, amiga.

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  7. Absolutamente genial. Me quito el cráneo.
    Me he reído hasta mas no poder. Independientemente, claro, que no esté de acuerdo con la mayoría de puntualizaciones.
    Pero el punto de las doce hectáreas ha sido magistral.
    Chaupeau, compañero.
    Besazo

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    1. No te quites el cráneo, cielo, que después es muy complicado volver a enroscarlo sin que se quede nada fuera.
      ¿Y cómo que no estás de acuerdo con algunas cosas?, si está todo extraído de la realidad, mujer, y documentado en los anales de la vida de cualquier pobre hombre como yo.
      Jaja. Un beso, preciosa. Y lo de las doce hectáreas, reconozco que me quedé corto.

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  8. vuelvo otra vez aquí para decirte que he leido la carta que tu santa esposa te escribió a tí ( ya sé que eres tu mismo, jeje, tienes unos desdobles que son la leche)... bueno pues eso que quiero dejar patente aquí que es una carta que se ciñe a la realidad, y con muy buenas intenciones, jeje.

    Tienes que estar orgulloso y besando el suelo de tu santa esposa, espero que siguieras todas sus indicaciones y que encontraras la lavadora, identificaras el detergente, y muy importante encontraras el tendedero.
    No tiene la menor crítica, es una carta como la Santa manda y eso son lentejas, si las quieres las tomas y si no las dejas.

    Un besazooooooooooo y vaya par de dos cartas que te has marcao. Amelia.

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    1. Hmm, cómo se nota que barréis para adentro y os defendéis en la lejanía.
      Efectivamente, seguí sus instrucciones al pié de la letra. Y aunque nos hemos mudado unos días mientras recogen el agua del piso (no me especificó que hubiera que cerrar la puerta de la lavadora en cada lavado), está muy contenta de volver a estar a mi vera... y no dejarme solo.
      Un besazo.

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  9. Creo que has estado equidistante. Se nota que te quedó un resquemor con la carta anterior y te los quitado de encima.
    Muy bueno.
    Un abrazo amigo.

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    1. ¿Resquemor? Pero si no soy rencoroso, amigo, de hecho ni siquiera recuerdo el día que nos casamos, ya ves lo poco rencoroso que soy.
      Jaja.
      Un abrazo.

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  10. Sigues siendo: BRILLANTE! igual que dolega dice, que me ha hecho muchísima gracia, yo también me quito el cráneo.
    Me encanta leerte.

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    1. Pues muchas gracias, cielo, aunque no me queda claro si soy un escritor brillante o un esposo brillante. Supongo que te refieres a lo segundo y te lo agradezco, porque pocas mujeres lo admiten.
      Un beso, mi cielo, y gracias por tu visita y tu comentario, que me motiva.

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  11. Desternillante. Nada como unas buenas risas antes de irse a dormir. Lo del nivel lo tendré en cuenta la próxima vez que tenga que cambiar una rueda.

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    1. Jaja. Es sumamente efectivo. Yo siempre le dejo un nivel a mi esposa cada vez que se lleva el coche. Y le pinto la rueda de repuesto de naranja, como las bombonas de butano, para que no se líe a la hora de cambiarlas.
      Un abrazo, socio. Y gracias por esas carcajadas antes de dormir que, entre otras cosas, habrán robustecido tus abdominales y parte del esternocleidomastoideo.

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  12. Bueno, el texto muy bien, pero te olvidas un pequeñísimo detalle (y alguno más) tú te vas solito y ella se fue con compañia, ¿o no? A ver cuando tenéis el detallito de hacer lo contrario.
    Hombres!!

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    1. Los pequeños detalles que según tú he olvidado, compañera, quizás sean los detalles que conscientemente he de obviar para hacer posible lo único que pretendo con esta imaginaria carta: hacer reír o sonreír.
      Esta carta es continuación de otra de este mismo blog, titulada Rodríguez: carta de tu esposa. Y ambas son ficticias, evidentemente, como la mayoría de cuantos relatos escribo.
      No pretendo, en la mayoría de mis entradas, sentar cátedra de nada y ni mucho menos incordiar. Mi única finalidad es hacer sonreír. Y si para ello he de disfrazarme de esposo que trabaja lejos o de amada esposa que recrimina a su esposo cuando éste se queda en casa de Rodríguez, tomo papel y lápiz, esbozo el guión y me disfrazo.
      Y cualquier olvido o exageración, son las herramientas que uso para provocar esa sonrisilla cómplice en quien sólo pretenda pasar un rato entretenido leyendo.
      Un fuerte y cordial abrazo, cielo, y gracias por tu comentario.

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    2. ¬¬ sí, sí: ya sé que es una farsa. Y pues sí, como ya sabes, está bien hecha. Además no he leído la carta anterior. Pero... :P

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    3. Venga, pues a leerla... Que no se me caen los anillos a la hora de meterme en la piel de una mujer.
      Un beso, amiga.

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