martes, 25 de marzo de 2014

-- Huelga General.

Conque llegó el día de la Gran Huelga General.
 

Nos reunimos todo el proletariado en la barriada, en las afueras, dispuestos a marchar sobre la capital y reivindicar nuestros inalienables derechos laborales... Cada uno con nuestros pitos, nuestros pasamontañas, nuestras bengalas y algunos tambores. Bien dispuestos todos. Eran las siete de la mañana.


-- Muy temprano hemos quedado -dijo alguien.


-- Hace frío -dijo otro.


-- Una copita de coñac -resoplé.


Así que nos fuimos al bar de Julio. Como era día de Huelga General y hasta el Bar de Julio andaba cerrado, le prendimos mecha a una bengala y se la lanzamos por la terraza, le metimos dos pedradas a las cancelas, apedreamos los cristales del local y despertamos al camarada Julio con eufórico espíritu reivindicativo.


-- ¡Eh! ¡Eh, compañeros! -gritó Julio por el balconcillo de arriba, en pijama y babuchas- ¿Qué hacéis...? ¿Qué estáis...?


-- ¡Abre, Julio! -vociferamos- ¡Ponnos una copita, pedazo de...!
 

-- ¿Pero no estamos en Huelga gene...?


-- ¡Abre, coño, o le metemos fuego al bar!


Nos tomamos una copita y aprovechamos para comernos unas tostadas con aceite de oliva y jamón. No le pagamos, por supuesto, porque en día de Huelga se supone que debiera de estar solidarizado con nosotros.


-- Nos vamos, Julio.


-- Suerte, camaradas -nos dijo Julio, emocionado, dando saltos sobre una llamita que prendía bajo sus pies.


Y volvimos a apedrearlo y a lanzarle varias bengalas para que cerrara el bar de una puñetera vez.


-- ¡Esquirol! -le grité, escupiéndole a la vez que quemaba tres papeleras fascistas que tiene en la puerta del local para que los señoritos capitalistas apaguen sus cigarros cubanos.


Teníamos que ir a la capital, pero son 25 kilómetros. Conque despertamos a Roberto, el taxista.


-- ¡Eh! ¿Sí? ¿Quién...? -balbuceó Roberto, lagañoso, desde la ventana de su pisito de alquiler.


Cuando le rompimos los cristales del taxi y nos hicimos un pañuelo palestino con la junta de culata del motor, bajó presuroso y nos trasladó a Madrid. No quiso cobrarnos.


-- Y ahora a casita -le advertimos- Hoy no se trabaja, cabrón. Toma una pegatina del sindicato, anda.


Y se la pegamos en la frente.


-- ¡Esperad! -gritó alguien- ¡No he comprado tabaco!


Así que volvimos a apedrear el taxi de Roberto, por esquirol, le hicimos llevarnos de vueltas al bar de Julio, volvimos a romperle un par de cristales más, tiramos bengalas hasta que volvió a aparecer por el balconcillo con las alpargatas chamuscadas, sacamos tabaco, pinchamos las ruedas del taxi de Roberto, despertamos a Manuel, que es repartidor de bollería, amenazamos con quemarle la furgoneta y accedió gentilmente a llevarnos a la capital si antes le permitíamos lanzar una bengala por la ventanilla de la furgoneta contra la panadería de su suegro, que también venía con nosotros y sonreía ladinamente. La solidaridad es lo que nos hace fuertes en momentos de crisis.


Y cuando a Miguel le partieron las gafas los hijoputas de los maderos con una bola de goma o de billar (a saber, porque se le quedó grabado el número 6 en el puente de la nariz), lo llevamos a la óptica de Emilio, donde tuvimos que reventar la cerradura porque Emilio estaba en huelga con nuestro grupo y se negaba en redondo a abrir la óptica. Buena gente, Emilio. Aguantó estóicamente hasta que amenazamos con cortarle las patillas a todas las gafas que tenía en el escaparate y venderlas después como patas rusas... . Entonces, accedió a nuestras peticiones.


En agradecimiento, le prendimos fuego a su vespa mientras él mismo nos jaleaba tocando palmas y lanzando al aire su pañuelo palestino. Ni que decir tiene, que son detalles que emocionan al más pintado.


Después, a la noche, nos fuimos de copas con Juanca y Juanma, que son antidisturbios pero no quita que sean de la familia: también ellos se lo pasaron bien.
 



(Esta entrada, publicada antes en Facebook, ha tenido muchos "detractores indignados", que desconociendo mi forma de escribir o -lo que es peor- desconociendo o malinterpretando que Humor es lo contrario de Aburrido y para nada es lo contrario de Serio, y que Humor es una forma de ver la realidad tan respetable como verla desde la Indignación, y que Humor puede esconder detrás tanta indignación como la que muchos alardean de llevar a cuestas... Total, que este relato humorístico hay quien lo ha leído con la misma seriedad conque se lee una esquela mortuoria o un testamento en el que ni siquiera te nombran. Peor para ellos. Mi intención, como en el chiste de la vaca, no era otra que hacer sonreír... por mucho que ames las vacas. Y Si para escribir Humor hay que andar pidiendo disculpas a unos y a otros, vais apañados. Apañados con vuestra ignorancia y apañados conmigo).

7 comentarios:

  1. Gloria Rosa Bermejo26 de marzo de 2014, 0:46

    A mí, personalmente, me indigna que haya gente que se tome las cosas tan en serio que lleguen a decir que "¿cómo puedes hablar así, estando como están las cosas?". Pues precisamente, porque las cosas están como están, prefiero que haya algo que me haga reir y desconectar un rato, a tener que estar deprimida todo el día escuchando lo mal que va todo. Oiga, que yo ya sé de sobras que la cosa está muy mal, déjeme olvidarme de todo eso un momento, que ya lo recordaré yo solita más adelante. Y eso nunca querrá decir que no me lo tome en serio. Muy buena entrada, Jesús, como siempre. Y al que no le guste porque "las cosas están como están", que no mire. Un abrazo

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    1. Pfff, mi amiga. Me encanta. Porque leo perfectamente que, como yo, te indignas por cuantos se indignan por hacer uso de un sentido tan personal y maravilloso como es el del Humor. Como dijo no sé quién, es precisamente la gente sin humor la que apedrea, encarcela, mata y provoca guerras. Muchas gracias por tu comentario y gracias por entender que hay momentos para todo y cada cosa tiene su momento: pero que sobre todo, una sonrisa o una carcajada franca es lo mejor que siempre podremos regalar o recibir... Desconfía de quien no te haga reír. Un abrazo. Y un beso, por supuesto.

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  2. Pues estará escrito en clave de humor, pero quizá porque el humor lo único que hace es exagerar la realidad habrá hecho tanto daño a algunos.

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    1. Siempre será mejor, compañero, (y me consta que a lo largo de los siglos ha hecho mucho más daño), parodiar, ironizar o humorizar... que llegar a las manos. El humor (y hablo de él porque me baso en él para escribir, no porque me crea humorista) es un arma de doble filo... pero las manos también lo son, porque te acarician o te sacan dos muelas. Prefiero el humor.

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  3. Está claro que quien no lo ha entendido es porque tiene dormido ese sentido ... La ironía es un tipo de humor muy fino, no apto para los no doctos en estas lides de reírse de un mismo y de los demás. A mí me ha encantao.Gracias.

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    1. Gracias, Bea, por tu comentario. En verdad que si empezamos a tomar en serio el Humor, terminaremos por tomarnos en serio a nosotros mismos. Y entonces será el caos porque no habrá quien nos aguante. Un besote, amiga.

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  4. Jajaja, bueno...ya sabes que yo me parto con estas cosas, no hace falta que justifique delante tuyo que a mí sentido del humor no me falta, y que además lo reivindico como forma de protesta, y hasta lo utilizo muchas veces, no solamente una cosa no invalida la otra, sino que la reafirma. En tu texto además para quien quiera utilizar la comprensión lectora, es decir, para el que sea capaz de entender que no se puede leer literalmente sino que hay que saber leer entre líneas, hay segundas lecturas muy interesantes, pero eso para algunos sería pedir demasiado.
    Besos

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