Mi hermana nació cuando yo tenía ocho años. Y la maté ahogándola en la bañera, una mañana en que mamá bajó unos instantes a comprar el pan y la leche.
Fueron días de mucho ajetreo y mucha llantina vana, y lo único en verdad negativo que hoy recuerdo fue la cantidad de familia y gente desconocida que pasaba por casa a dar los pésames, tomar café y compadecer a mis padres, a cualquier hora, sin avisar, como si la casa fuese suya. ¡Y esos ingratos pellizquillos que me daban en la cara...!
A mi padre lo maté a los quince años, una noche de verano en que se acostó borracho en la terraza. No tuve más que girar la butaca. El suelo, quince metros más abajo, colaboró.
A mi madre, la asesiné tres meses después: ni recuerdo cómo.
Me adoptaron unos tíos por parte de la familia de mi difunto padre. Unos tíos que tenían dos hijos (mis queridos primos) a los que asesiné asfixiándolos con una almohada.
Más tarde y conforme pasaron los años, asesiné a mi primera novia, a mi mejor amigo de la mili (los chopos se disparaban con una puteril facilidad), al casero del ático donde me fui a vivir en soledad...
Maté sucesivamente a mi esposa, a mi gata, a mis hijos, a mi jefe, a mi perro, a dos compañeros de trabajo, a mi suegra, al farmacéutico con quien compartía algún mediodía que otro una cervecita y unas olivas en la tasca de Tomás.
Maté a Tomás, por descontado.
Maté al representante del Círculo de Lectores, que me visitaba cada dos meses.
Por entonces me llevó la inquietud a visitar a una Psiquiatra con la que llegué a acostarme, confesarme, dejarme psicoanalizar y aborrecer, por ese orden. Y a ella, que pretendía a ratos exculparme por legar a la ciencia las surtidísimas disociaciones y psicopatías y tumoraciones rupestres que ornamentaban las paredes de los rincones más obscuros de mi sesera... a ella la maté también.
De los dos policías que vinieron a casa a arrestarme, maté a uno.
En la cárcel y en espera del juicio, maté al compañero de celda.
Me metieron en un cuartucho negro y en sombras, y maté a las dos ratas que aparecían puntualmente cada mañana por debajo del lavabo.
Hace solamente tres semanas que vuelvo a pisar las calles de mi ciudad.
-- ¡Es un asesino! -clamó la ventisca popular.
-- ¡Es un pobre enfermo mental! -arguyó mi abogado defensor, blandiendo en la mano media docena de jeroglíficos psicotécnicos y ocho cartulinas con el test de Rorschach.
-- "A Juicio -proclamaron los periódicos- el autor confeso de más de cien asesinatos".
Pero el Juez, hombre eminentemente sabio y comprensivo, emitió su veredicto tras sumergirse horas y horas en mi amplio historial, que comenzó a los ocho años con el nacimiento de mi hermana:
-- Es un hombre tímido y solitario -argumentó-. Y no se puede condenar a nadie por ser tímido y amar la Soledad -mazazo sobre la mesa- ¡Siguiente caso!
Y aquí me encuentro. En casa. Fumando apaciblemente...
Mirando la lista de suscriptores a mi blog y pensando que voy a tener que seguir luchando duro por lo que siempre he querido: nadie a mi vera y Soledad.
Maldita timidez.
A ver, que digo yo, antes de nada, "pa" asegurarme, si hago algún comentario negativo, ¿corro algún riesgo?
ResponderEliminarNo, para nada.
EliminarEmpezarás a correr riesgos cuando pases por aquí y no dejes comentarios.
Al fin y al cabo, de todas las personas que aquí leen o comentan, eres de las pocas que se dónde vives.
Ñam...
Besos.
Virgen Santa Jesus... a riesgo de ser la siguiente, qué mente taaaaan maquiavélica, digo yo que con encerrarte en el cuarto cuando hay visitas hay más que suficiente no? Qué miedo de relato!
ResponderEliminarHoy ni besos ni saludos, que me voy corriendo!!!
Que es broma, mujer...
EliminarAnda, ven.
¿Vas a creerte todo lo que lees?
Besotes...
Con objeto de poder opinar con conocimiento de causa, necesito saber un detalle crucial. Al representante del Círculo de lectores, ¿lo mataste antes o después de traer el pedido? Sin ese dato no me atrevo a dejar una opinión. Sería fatuo por mi parte.
ResponderEliminarUn abrazo y nos vemos en Sevilla, aun a riesgo de que uno de los dos muera asesinado.
Jo, para una vez que hago una crítica a los veredictos de los Jueces vas y me sales con el Círculo de Lectores.
EliminarVale. Reconozco que fuí agente del Círculo en Coria del Río, entre los años 1997 y 1999.
Sigo odiando a sus agentes aunque me cueste hoy, todavía, no dejar de adquirir las Hermosas Ediciones que sacan...
Pero nunca mataría a ninguno.
Aunque me quedé con las ganas de matar a algún socio...
Saludos, amigo.
Me pasaré por tu casa para presentarte las nuevas ofertas.
Criticar a los jueces es muy fácil. Lo difícil es averiguar por qué mataste al del Círculo de lectores. No quieras desviar la cuestión apelando a mis sentimientos. Confiesa: ¿te dijo que "La insoportable levedad del ser" era lectura obligada? En ese caso, el juez actuó conforme a la ley, "sensu contrario", prevaricó.
EliminarHe dicho.
P.D. Este bimestre no voy a hacer pedidos.
Un tío que viene a casa con la pretensión de que leas, no es un tío muy de fiar. Tras tan loable propósito, no puede haber nada bueno. ¡Fus, fus!
EliminarP.D.- Este bimestre, precisamente, la oferta colmará las expectativas de tus mejores enemigos. No dejes de abrirme la puerta cuando llegue.
ostras... pues tu haz como si no me vieses en tu lista... no quiero ser la siguiente xD Besines !!
ResponderEliminarJajaja...
EliminarTe prometo que no serás la siguiente, cielo.
Voy a empezar por los primeros y te quedan dos meses para huir.
Besotes, linda.
Eres de las últimas.
Jeje, pues menos mal que en entradas anteriores has dejado bien claro que él que escribe es uno y sus personajes otros, y que lo que cuentas no son vivencias personales, que si no...espera, que ato cabos...miedo me está dando...tanto interés en aclararnos varias veces que tus escritos son ficción como si te hubiéramos pedido explicaciones, y ahora esto...¿quién eres Jesús?
ResponderEliminarSiempre empiezo con mis hermanas. Son fáciles porque confían...
EliminarPero te conozco. A ti te da igual que te mate. A ti te jode que me vaya después con el coriano de copas.
Aaah, pues lo siento.
Pero al coriano me lo traigo pa-cá.
Pues claro, perderme yo las copas! ¿Dónde se ha visto eso?
EliminarTe llevaremos en el maletero, no te preocupes. Besotes.
EliminarBuena onda... necesito un juez así ;)
ResponderEliminarEn el fondo, Ana, lo que quería ridiculizar es que hay jueces así.
EliminarSolamente hace falta leer periódicos o ver la televisión.
Creo, en verdad, que no me he desmarcado mucho de las sentencias que hoy día se escuchan.
Un besote.
Para Ana Raquel, que ha comentado antes:
ResponderEliminarLástima lo tuyo, el juez murió en extrañas circunstancias.
Abrazos a todos, incluido el tímido solitario.
Gracias por pasarte por aquí y comentar, Amando.
EliminarNo suelo hacerlo por falta de tiempo, pero te confieso que antes de responderte me he pasado por tu blog. Y después de pasarme, me he paseado por él... porque invitaba a ello.
Desde aquí, en principio, me permito recomendarlo. Aunque ya sabes que los comentarios no los leen sino los interesados. Pero volveré a tu blog y creo, con tu permiso, que terminaré enlazándote en el mío.
Gracias por haberme dado a conocerte.
¿Sabes? En EEUU no te contratarían como guionista. Los gatitos no se matan.
ResponderEliminarJaja.
EliminarEn EEUU, seguramente, me condenarían por matar con una almohada antes que con un AK-47.
EEUU es un pueblo de bárbaros que me indultaría por el calibre de la bala y me condenaría por el color de la piel.
¿Gatos?
En EEUU tienen siete vidas...
¿Personas?
En EEUU tienen color o no lo tienen.
Besotes, linda.
Zaragoza es demasiado grande también para ti, ¿no, Jesús? No se puede localizar en ella a un gachó solo por el pseudónimo. Además te cae demasiado lejos. Sé que hay AVE, pero se está quedando caro. El cierzo es desagradable. No se puede comparar con el clima de Sevilla. Porque tú eres de Sevilla y estás en Sevilla, ¿no, Jesús? Además ya sabes que siempre me has caído bien. Eso no quiere decir que pretenda hacerte compañía. Como mejor se está es solo. Yo también pienso como tú.
ResponderEliminarSupongo que sigues ahí en Sevilla, ¿no, Jesús?
De abrazos nada, que es una mariconada. Cada uno en su casa y Dios en la de todos. Y si quieres que Dios tampoco, pues tampoco. Recuerdos a Soledad.
Macondo, Macondo...
EliminarZaragoza, Zaragoza...
Aragón, Aragón...
No te preocupes. No tengo ni idea de dónde andas...
Aunque ese tipillo que camina tan ligero por las calles, con las manos en la chaqueta y mirando de vez en cuando atrás... ¿no serás tú, verdad?
¿Pero cómo se te ocurre decir que has matado a tu gata, al perro y a las dos pobres ratas en un día como hoy? ¡hombre, que hoy se bendice a los animales! nch nch nch... muy mal, ¿eh?
ResponderEliminarPor cierto, mi mente se adelanta a los acontecimientos, cuando he leído que ibas a la tasca de Tomás he pensado "¿y a Tomás no?", y justo después leo "Maté a Tomás, por descontado". Ya me parecía raro a mí, jeje
Abrazos, amigo (eso sí, a distancia, por supuesto, que no quiero ser la siguiente, jaja)
Gracias, Gloria, por andar de nuevo por aquí.
EliminarGracias por tu comentario.
Y gracias, sobre todo, por manejar la ironía con la facilidad conque lo haces.
Creo, de verdad, que has leído este relato entre líneas. Que has entendido que el único protagonista era el Juez o la Justicia. Que hoy día se mira más la vida de un animal que la vida de una persona. Que hoy día hay mil excusas para dejar a un cafre suelto y otras mil para mandar un helicóptero a rescatar a un gato.
Gracias por rematar esta historia con esa pizca de ironía.
Un abrazo, amiga.
:S me quedo fría...me pregunto si no habrás estado enojado cuando escribiste esto.
ResponderEliminar¿Enojado yo? Para nada. Eso era al principio, cuando no diferenciaba un cuhillo jamonero de un estilete. Ahora el enojo se ha transformado en un deseo de hacer bien mi trabajo y no dejar demasiadas huellas.
EliminarBesos, preciosa.
Hasta muy, muy pronto.
Si para leerte debo exponerme a la muerte, quiero correr el riesgo... Un besote!!!
ResponderEliminarEres muy amable. Hay lecturas que matan, ya sabes, pero es hermoso que te maten con una sonrisa en los labios. Nunca agradeceré demasiado que me lo pongas tan fácil.
EliminarSerá rápido y ni te darás cuenta.
Un besote, preciosa.
Por ser San Antonio ayer, hice bendecir a mi pitón. Con ella he dado un fin digno a mis ocho hermanos, mi suegra sorda, dos vecina cotillas y al mosén o sacerdote que había escuchado mis pecados de asesinato sin arrepentimiento.
ResponderEliminarPero ya no podrá darme la absolución. y no admito penitencia. Un abrazo.
Jaja. Cuatro líneas para sellar un pacto de amistad cuajado de idénticas inquietudes. Perfecto.
EliminarLO has bordado.
Un placer. Te visitaré más a menudo... No escondas la pitón, desde luego, voy necesitando unas botas de piel nuevas.
Un besote.
Jesús no sacarás tus garras a través de la pantalla. Ya ves la deformación mental que llevamos que según lo leía me he imaginado al Bárcena confesando sus fechorías y el juez diciendo: "es un hombre, tímido y solitario.."
ResponderEliminarPues mucho de eso me he imaginado yo mientras escribía, compañera, muchas de esas sentencias abstractas y absurdas que colman las primeras páginas de los diarios.
EliminarCreo que los jueces y sus "arrebatos" legales, son una fuente perpetua de inspiración.
Un beso, linda.
Te queda un policía por cepillarte, y al juez, vamos, que además seguro encuentras gente más apetecible de matar que un modesto líder de opinión, de cualquier manera cómo puede ser tan mala la gente, "asesino asesino", matas un perro y te llaman mataperros.
ResponderEliminarSaludos, me caes bien que lo sepas.
Al policía ya le envié mis Obras Completas y al Juez me lo reservo por si vuelven a arrestarme, que se ve que es hombre comprometido con los sentimisntos de la gente buena como yo.
EliminarSaludos. También me caes bien; o al menos, tanto como ni instinto solitario.
Abrazos.
Bueno, pues aún arriesgándome a inmiscuirme en esa soledad, quiero darte la Enhorabuena por este relato y por el blog al cual he estado echando una ojeada y me parece que tiene mucho material interesante. Ya me pasaré con más calma. Un saludo
ResponderEliminarGracias, Armando, por tus amables palabras y por engrosar la lista de suscriptores y futuras víctimas.
EliminarJaja. Un placer, amigo.
También vengo de visitar tu blog y la verdad que no se pierde el tiempo por él. Un clic para la imagen y un clic para la palabra justa: una combinación ideal que haces con la elegancia de quien agita un cóctel para deleitar los sentidos.
Mi sincera enhorabuena. Mi rendida admiración y mi más cordial abrazo.
Encantado de contar con un blog más al que acudir.
jajajajaja serás cabrón jajajaaja pues nada hijo mio tu sigue así cepillandote a el que se menea jajajaja.
ResponderEliminarDe verdad vecino me molas hasta cargandote hasta el apuntaor como dirían en tu tierra, o vete tu a saber donde diablos andan tus huesos.
Mira yo cuando veo el programa de Chicote jejeje te vas a descojonar con lo que te digo: pienso: esto no pasaría si mi Vecino regentará estos Restaurantes porque con la velocidad mental y agilidad física para organizar los platillos, las mesas, las compras, los ingredientes ... el Restaurante en cuestión sería la caña de España....
bueno que me desvió que yo aunque me mates ( DE RISA ) te sigo invitando a tí y a las TUYAS a una cervecita, que más dá morir hoy que dentro de treinta años, jejejeje
Un besazooooooooo. Amelia.
Gracias por tu comentario, vecina. Lo de las cervecitas me ha llegado al alma y he pensado dejarte para la última, conque todavía tienes un par de meses para terminar de arreglar la casita del campo.
EliminarAl Chicote, desde luego, me lo zampo de dos cardiopatías en cuanto me vea trastear por la cocina: no sabes la que soy capaz de liar para hacerme un par de simples huevos fritos.
Un beso, preciosa, y gracias por andar siempre por aquí.
Salud.
¡Madre de Dios! Pues sí que sería cansado tratar de conseguir soledad, matando de uno en uno.
ResponderEliminar¡Saludos!
Bueno... A veces, a los más inteligentes, se les mata con una simple mirada y te quitan mucho trabajo. Y en el extremo opuesto, a los más ineptos puedes ahorcarlos con el nudo de dos palabras dichas en el momento exacto.
EliminarComo ves, se va aprendiendo poco a poco.
Jaja. Un abrazo, Silvia.
Gracias por... andar cerca.
Y un consejo: no me mires a los ojos.
¡Eres la hostia!
EliminarJaja. No, no... Simplemente solitario.
Eliminar¿Me estás mirando? Cuidado.
Un besote por ahora.
ResponderEliminarNo te conozco, no me conoces, no sabemos nada uno del otro, no sé donde vives , no sabes donde vivo a pesar de ser vecinos, no te he visto en mi vida, no he sido testigo de nada... Dame un motivo para seguir siendo tu amiga.
¡uuuuyyyyy!
¿Un motivo? Acabas de darlos tú misma, jajaja, ¿te parecen pocos?
EliminarUn besote, preciosa.
Gracias por ser mi amiga (por ahora).
YO NO QUISIERA QUE ME MATASES, AL MENOS VIRTUALMENTE. SI TE MOLESTO SIMPLEMENTO ME LO DICES, Y ME LARGO, PERO PORFA NO ME MATES...
ResponderEliminarBESOS
ANA
Lo siento. Llegas tarde. Y en mi agenda virtual, ya tengo día y hora para ti.
EliminarJajaja... Tu comentario, ¿sabes?, me da ideas para muchos artículos: uno para cada seguidor de este blog... Personalizado... Explicando lo que me gusta de cada uno y rematándolo con una sentencia adecuada a cada cual.
Ya ves. De un comentario, sacamos ideas. Eso es lo hermoso de un blog. Compartir tanto.
Un besote, amiga. Y gracias.
Y yo que he interpretado que los asesinatos eran una metáfora de la soledad.... es decir, que es la soledad la que va matando en un sentido figurado, claro está, a todo y todos los que tienes al lado....
ResponderEliminarJajaja, cuidado que soy retorcida eh?!!
Besos
Nada de retorcida, cielo.
EliminarEs un punto de vista sumamente sugerente, que quizás le hubiera dado otro enfoque más realista al relato.
Para escribir hay que ser un poco retorcido, siempre.
Muchas gracias, preciosa. Besos.
Una duda me impide conciliar el sueño: ¿Cómo no mataste a tu abogado? Está claro que en el fondo eres un buenazo, y no hay nada más peligroso que un buenazo con instintos asesinos. Por si acaso, dormiré con mi edición de "La montaña mágica" a mano. Es lo bastante pesada como para ahuyentar a los lobos solitarios como tú.
ResponderEliminarPues mira, socio, me gusta de tus comentarios que siempre me dejas alguna referencia a alguna obra que no he tenido el gusto de leer. De Thomas Mann, solamente leí hace años "Carlota en Weimar"... y creo que me vino de la mano de alguna relación (no soy capaz ahora de precisarla) con Goethe (¿?).
EliminarConque me dejas pendiente "La Montaña Mágica", que viniendo de ti me fío.
Con respecto al abogado de mi relato, debo de darte una tremenda noticia. No te lo vas a creer... Ayer desgraciadamente....
¿Me pasas el nombre de ese juez? Nunca se sabe cuando puede necesitar uno un poco de sabia comprensión...
ResponderEliminarPor cierto, acabo de quitar la sección de "Biografía" de mi web, no vaya a ser que te enteres de donde vivo y me hagas una visita.
Un abrazo.
jaja! El Señor Juez, me temo que no tendrá visitas en los próximos días... Tampoco se le espera ya. Un fatídico accidente con una botella de lejía... en fin.
EliminarCon respecto a tu Biografía, no me interesa mientras sigas enganchándome con cuanto escribes.
Un abrazo, compañero.