Mi viejo amigo Raimundo entró en mi vida a los dieciésis o dicesiete años, creo recordar. Yo era entonces un chaval acnésico y empajillado, que leía mucho y soñaba que un día sería un gran escritor.
Yo era golfo por naturaleza, por descontado. Pero por contra era tímido, tímido, tímido. De hecho, no compartía ni mis golferías con nadie.
Raimundo entró en mi clase (Formación Profesional) por deformación del destino. En dos meses, me cambió. Nadie cambia a nadie en tan poco tiempo y Raimundo me dió la vuelta de los tobillos a la cabeza.
Entre otras perlas, me dió a leer a Nietzche, a Hermann Hesse, a Erich Fromm. Y entre perla y perla, me enganchó con los ducados, me enseñó a mirar de frente a una mujer o a golpear en la frente a un gachó.
Raimundo era belga. Hablaba francés. Guardaba sus hechuras en un largo abrigo como de marinero descolocado. Lucía barba tirando a pelirroja y ojillos claros e irónicos que acojonaban a compañeros o profesores. Ojillos sonrientes. Ojillos rientes. Ojillos que no te daban opción a elegir: o te recitaba un poema o te partía la cara y medio espinazo. Y tenías que joderte.
Mas mañana, tan amigos como siempre.
Hoy que me lo encuentro por facebook, me alegra un hartón saludarlo. Quisiera tomarme dos copas con él y recordar tantos disparos, al aire o al centro de la diana...
Pero Raimundo está en Haití.
Y como no coincidimos como antes (siempre fuera de clases y paseando por mi Sevilla), aprovecho esta ocasión para recordarlo y recordarle los buenos ratos que juntos pasamos.
Que te sigo recordando, viejo belga... Y que no cayeron en saco roto tus enseñanzas.
Raimundo. Mi amigo Raimundo: y todavía, con Marsella a la vista, ¿o no?
Ha sido un placer volver a encontrarte. Te lo dice un Jesús que te conocía... que es hoy un Jesús a quien ya no podrías reconocer tú.
Un abrazo, machote.
Mon petit, cher grand ami... ¿se decía así?
Es curioso, según te leía hacía yo paralelismos con mi juventud y evidentemente, como todos, encontré a mi Raimundo, lo malo del tema es que este, el mio, la cascó en accidente de coche hace bastantes años.
ResponderEliminarPero al final importa la huella que dejan.
Siempre es bueno tener un "Raimundo" (o "Raimunda", según corresponda) en tu vida, son gente de la que se aprende, y son esos amigos que, aunque se vayan lejos (no necesariamente en distancia), sabes que siempre estarán ahí.
ResponderEliminarUn gran abrazo
Me crié entre la Sierra de Gredos y los montes de Toledo viendo como la Guardia Civil mataba a maquis y los maquis mataban a paisanos, curas y Guardia Civiles y hasta lo 9 años no sabia leer ni escribir y fue a partir de entonces, que llevaron a mi padre a otro pueblo, donde habia un maestro, Don Juan, que empezó a abrir mi mente para entrar en un mundo nuevo y para mi desconocido pero maravilloso.
ResponderEliminarEn aquellos años, yo con diez, el deberia esta por la cincuentena, pero me hacia ir a su casa incluso los domingos y me inculcó el amor a leer y la dureza de no rendirme jamas ante las dificultades que me encontrara en la vida.
Muchas veces recuerdo como si fuera ahora sus palabras para hacerme entender que solo cuando se lucha con convicción se puede alcanzar la victoria, pero que si te derrotan lo aceptas con la fortaleza de saber que has dado lo mejor de ti para ganar.
Voy camino de los 72 y siempre que surge la oportunidad nombro a aquel hombre que encontro un niño muy salvaje y le enseñó, sin forzarlo, a amar la vida y la lectura y modeló en los cuatro años que estuvimos alli, mi caracter de tal manera que su labor se ha mantenido incólume e invariable a lo largio de mis años.
¿Como no entender a esos genios anónimos para los demás que nos enseñaron la vida de forma tan peremne y hermosa?
Recuerdalo con amor y nostalgia, porque como Don Juan, se lo merecen y nada mejor en su homenaje se puede hacer que rendirles reconocimiento y pleitesia.
As grandes amizades resistem ao tempo e à qualquer distância. Não se pode viver sem "Raimundos"...
ResponderEliminarUm abraço, Jesus!
Grande Raimundo!!
ResponderEliminarEs verdad que todos tenemos uno que nos cambia la vida, o almenos nos la hace ver diferente, en mi caso fue Raimunda, y murio cuando yo iba al insti, que hartones de llorar de di, pobrecita, me alegra que tu lo hayas encontrado, la distancia es corta cuando hay una verdadera amistad, un besote!